domingo, 13 de diciembre de 2009

Suicida empolvado


Hace un mes deje de ser quien era, deje el deporte, deje una gran parte de mis estudios para verme sumergido en la peor equivocación de mi vida. Con mis amigos del barrio, este maldito y puto barrio clase media alta, bajo las estrellas y en la paz de la oscuridad he conseguido caer en mi peor pesadilla.
Recuerdo cuanto amaba salir a caminar, jugar a no pisar las líneas del pavimento, jugar a no ver la luz de los postes y jugar a ignorar los semáforos, todo mientras pensaba, todo mientras amaba a mi mejor novia.
Un día cualquiera alguien me ofreció lo que todos hacían, algo que también en algún momento hice, alguien me dio nuevamente a probar cocaína. Acepte, pensé que esta vez también podría salir tan fácilmente, pero me equivoque.
Ese día, cuando salí solo tenía en mente tomar una que otra botella de cerveza conversando con estas malas influencias que se hacían decir mis amigos, pero ese día fue distinto, uno saco un poco de polvo y todos nos empolvamos, todos disfrutamos del éxtasis de ser superhéroes, ser más de lo que somos y hacer más de lo que podemos hacer.
A la mañana siguiente me sentía en el infierno, congestionado como nunca antes lo había estado, me sentía como un perro atropellado por un camión de muchas ruedas. Todas pasaron sobre mi cabeza.
Decidí llamar. No sé porque razón, este tipo alto, negro, de unos 120 kilos siempre estaba despierto, siempre estaba disponible, siempre tenía en su poder una que otra bolsa de polvo, siempre tenía lo que necesitaba. Entonces le compre.
Las dos primeras semanas de mi último mes seguí congestionado, cada mañana amanecía como perro atropellado, cada tarde me volvían a atropellar y cada noche para poder dormir volvía a empolvar mi nariz. Hasta que un día mí nariz estallo, al despertar, no solo me sentía como un perro atropellado, si no que la almohada lo representaba, estaba completamente ensangrentada, al igual que mis manos, mi pelo, mi rostro. Cuando me mire al espejo, no me logre identificar.
Mi madre no se explicaba porque no se me quitaba este resfrió de mierda. Yo si sabía, yo sabía claramente que el maldito resfrió no se quitaba porque gaste todo dinero que como forma de compensar el cariño nunca dado me daba mi padre todos los meses, me gaste medio millón de pesos, medio millón de pesos en un maldito polvo, que no me soltaba. En la universidad mi profesora favorita, quien siempre pensé que quería tener una relación conmigo no se explicaba mi falta de atención. Yo la explicaba de la misma manera.
Cuando el amor de mi padre se acabo y el camión se hiso más pesado, no tenia como conseguir más polvo, no tenia como mantenerme sobrio, no sabía cómo mantenerme en una línea parecida a la normalidad, entonces comencé a dejar prendas, dejar patines, dejar partes de mi computador, hasta que todas mis cosas se acabaron, todo cerca de mi cuarta semana. Entonces recurrí a lo ilegal, pero siempre dentro del hogar. Tome la cámara fotográfica último modelo de mi madre, la despoje de su capacidad para guardar para siempre los lindos momentos, con fotografías y todo dentro, pero solo me alcanzo para estar sobrio un día.
Hoy ya no se qué hacer, llevo cuatro días inquita, llevo malditos cuatro días sin empolvarme la nariz, cada vez que tomo un bazo las gotas caen de su parte externa, mis manos lo llenan con sudor, mis pies no dejan de moverse, mis amigos ya no creen en mi, le debo dinero hasta al guardia del condominio y mi madre se acaba de enterar de mi adicción. Me miro a los ojos y me dijo que volviera con la cámara, que trajinera la maldita cámara a la casa mañana por la mañana y que no volviera sin ella.
He salido a caminar, de hecho ahora mismo lo estoy haciendo, trato de jugar a no pisar las líneas del pavimento, pero no lo logro, no puedo concentrarme, no puedo ver más que una cámara digital, las veo en todas partes, no dejan de molestar, hasta parece que me quieren morder.
No aguanto más, no logro vivir así, me tirare desde aquí, es lo único que puedo hacer, no tengo dinero ni siquiera para una cuerda y si lo tuviera, de seguro volvería a llamar al gorila. La única forma de acabar con todo es morir, acabar con esta gran cantidad de malas decisiones, con este malestar y con la maldita vergüenza que sufre hoy mi madre ante sus amigas. Mama, hermano, hermana siempre los amare.