miércoles, 17 de marzo de 2010

quemando valientes


Vuelve a morir un cigarro entra mis dedos y mi boca, como cada día, como cada anochecer, muere con una mirada triste y poética, deseoso de vivir un segundo más entre el humo y el fuego. Pareciera hablar y no es que mi esquizofrenia me haga hablar con todo tipo de cosas inanimadas, sino que realmente esta vez de verdad me está hablando, me aconseja, me tranquiliza, me hace suspirar humo una y otra vez.
Me habla de ti, de tus ojos y de tus pechos perfectos, esos que me hacen amarte. Esos que cuando recuerdo me hacen odiarme, golpearme en el pecho como cual católico que comete un grave error por el hecho de no lograr hacer que me amen como yo te amo.
Pero aquí estoy nuevamente, quemando otro cigarro, con estas manos que te entregan todo mi corazón, con estas dos manos que queman un cigarro, con estas dos manos que toman el vaso lleno de alcohol, con estas dos manos que pueden matar, con estas dos manos que pueden hacerte sentir en el cielo. Aunque solo debería seguir quemando valientes.

martes, 2 de marzo de 2010

Testigo

Testigo, participe, inmerso en una realidad que no hizo más que sacudirme el piso. Una noche cualquiera alguien me despertó, levanto mi cama por los aires, la zamarreo un par de minutos y la dejo caer al son de una hermosa canción de queen. El mundo entero se conmovió, menos yo.
Es que no fue más que un sueño, es que en Neverland sucedió en realidad y yo simplemente veo el desastre a través de la magia mentirosa de la televisión, o es que estoy en otro planeta y en una realidad paralela sucedió, pero a mí no. Yo no sufro, no lloro, aun trabajo, aun escribo y aun estudio.
Intento conmoverme, decidí ayudar, pero pareciera que nunca fue, no tuve miedo, no corrí, no debí ahorrar ni mucho menos solicitar ayuda.
No entiendo que sucede, pero ahora temo por mi alma, pareciera que al caer la cama se quedo en otro lugar, flotando por ahí, junto con algunos de los desaparecidos, no entiendo porque todos tienen esa cara distinta, cara de estrés mesclada con borrachera y falta de sueño por una larga jarana. Solo le pido al dios tembloroso que me la devuelva para poder escribir sobre ello.

un millón de años luz hasta mi habitación


La primera vez que lo intente, estaba sentado, con mis pies de bebe, con mi cuerpo de bebe y con la maldita inestabilidades que ello conlleva, era algo nuevo para mí, me invadía la ignorancia de saber cómo hacerlo.
La primera vez que me sucedió, estaba sentado, con mis pies de adolecente, con mi cuerpo de adolecente y con la maldita irresponsabilidad que ello conlleva, era algo nuevo para mí, me invadía el alcohol y el mareo.
Me puse de pie, perdía el equilibrio y mis pequeños pies a penas soportaban mi pequeño cuerpo.
Me puse de pie, perdía el equilibrio y mis enormes pies le estorbaban a mi voluntad y a mi enorme y desorientado cuerpo.
El primer paso fue llevado por el aire, el que me voto al suelo, donde el enorme pañal que me rodeaba me protegió, pero la valentía me hizo volver a intentarlo.
El primer paso fue llevado por el ron, el que me boto contra un pilar, donde mis atontadas manos tuvieron la suficiente agilidad de aferrarse, pero el desconcierto me hizo volver a intentarlo.
En el segundo intento apareció ella, tan dulce como siempre, tan distante y salva guardadora, me tomo de las manos y así camine todo un millón de segundo.
En el segundo intento apreciaron ellos, tan ebrios como yo, tan cercanos y salva guardianes, me tomaron de los brazos, los pusieron por sobre sus hombros y así camine todo un millón de años luz hasta mi habitación.

terror



La fuerza de dios me quito el sueño de un solo tirón de pie, mire por la ventana y todos corrían locos animales desesperados, pensando que morían, quemándose sin fuego, fuegos de artificios provocados por el abrazo intenso de los conductores de electricidad. La desesperación y la desesperanza unieron a las personas que tuvieron su primer día de campo en los pastos del edificio.