viernes, 10 de diciembre de 2010

Aradix Retard


Personas normales, simples mortales, cristianos y no, psico-dependientes de materiales extraños a si mismos para llegar a mi estado natural.
Yo, enfermo mental, y no piensen mal, pero es la realidad. No pretendo ofender a nadie, pero para la mayoría de ustedes soy superior.
Uno que otro maldito payaso de esos que pasean por las calles, de esos que para poder sonreír necesitan de de una pastilla, un té de flor o un poco de humo de hierbas, nunca podrán llegar al estado que gozó en la sobriedad.
Sé que la envidia los invaden, imaginen lo económico que será llegar al cielo, solo tendrían que cerrar los ojos. Imaginan cuantos narcotraficantes de sensaciones quedaran eximidos por obligación a conseguir un trabajo legal.
Pero no se preocupen, yo los envidio, son pastillas no alcanzo la sobriedad, aunque no consuma más que agua y pan por un año.
¿Mi secreto?
Simplemente soy especial, Dios o no me creo con la capacidad de no conocer nunca la lucidez, solo las pastillas me la presentan.

Volver

Hoy puedo volver a escribir, después de quien sabe cuánto, ya no lo recuerdo
Pero no me culpen, es solo que viajaba por la lucidez, es que, es que, es que…
No me odien, yo también me odie, me extrañe, pero aquí estoy, hoy puedo volver a caminar entre versos, al menos hasta que la próxima vez que la fuerza de mi vida me exija volver a la lucidez.