Escucha hermano, estas insignificantes palabras de alguien que gran parte de su vida vivió lo mismo que tu, sufrimos los dos, en lados opuestos del río, del mismo río, en orillas lejanas, separadas por un torrente de agua envenenada, escucha hermano, mis palabras llenas de lágrimas y dolor.
Lo que el tiempo nos separo, también nos junto.
Tu con tu dolor, por lo que nos volvió felices, el arco iris de amor que salió de tu corazón, que una habitación inundo, esos colores que de dicha mi corazón lleno, el mío y el de los demás, el de los demás y el de tu vida, tu vida, la de ella y la mía.
Era un pedazo de mi, mi propiedad, más tuya que la mía, y de ella, pero la mía final y al cabo, pero alguien nos lo arrebato, y yo sin poder hacer nada, sin poder decir nada, sin nada más que mirar desde la orilla de un río, un río distinto, que ahora de él nos separo.
Me llenó ahora de recuerdos felices, recuerdos tuyos, que intentó hacer míos, momentos en que tus palabras escuchadas por oídos distintos a los míos escucharon y que yo tomo como míos, se convierten en imágenes que ilustran lo que yo no alcance a vivir.
Pero lo disfrute, no como tu, pero si tanto como tu, a través de ti hermano, te disfruto a ti hermano.
Escucha hermano, estas palabras de amor, escritas con el corazón, que esta vez se llena de un sentimiento, de un sentimiento mejor.