miércoles, 17 de marzo de 2010

quemando valientes


Vuelve a morir un cigarro entra mis dedos y mi boca, como cada día, como cada anochecer, muere con una mirada triste y poética, deseoso de vivir un segundo más entre el humo y el fuego. Pareciera hablar y no es que mi esquizofrenia me haga hablar con todo tipo de cosas inanimadas, sino que realmente esta vez de verdad me está hablando, me aconseja, me tranquiliza, me hace suspirar humo una y otra vez.
Me habla de ti, de tus ojos y de tus pechos perfectos, esos que me hacen amarte. Esos que cuando recuerdo me hacen odiarme, golpearme en el pecho como cual católico que comete un grave error por el hecho de no lograr hacer que me amen como yo te amo.
Pero aquí estoy nuevamente, quemando otro cigarro, con estas manos que te entregan todo mi corazón, con estas dos manos que queman un cigarro, con estas dos manos que toman el vaso lleno de alcohol, con estas dos manos que pueden matar, con estas dos manos que pueden hacerte sentir en el cielo. Aunque solo debería seguir quemando valientes.

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