martes, 2 de marzo de 2010

un millón de años luz hasta mi habitación


La primera vez que lo intente, estaba sentado, con mis pies de bebe, con mi cuerpo de bebe y con la maldita inestabilidades que ello conlleva, era algo nuevo para mí, me invadía la ignorancia de saber cómo hacerlo.
La primera vez que me sucedió, estaba sentado, con mis pies de adolecente, con mi cuerpo de adolecente y con la maldita irresponsabilidad que ello conlleva, era algo nuevo para mí, me invadía el alcohol y el mareo.
Me puse de pie, perdía el equilibrio y mis pequeños pies a penas soportaban mi pequeño cuerpo.
Me puse de pie, perdía el equilibrio y mis enormes pies le estorbaban a mi voluntad y a mi enorme y desorientado cuerpo.
El primer paso fue llevado por el aire, el que me voto al suelo, donde el enorme pañal que me rodeaba me protegió, pero la valentía me hizo volver a intentarlo.
El primer paso fue llevado por el ron, el que me boto contra un pilar, donde mis atontadas manos tuvieron la suficiente agilidad de aferrarse, pero el desconcierto me hizo volver a intentarlo.
En el segundo intento apareció ella, tan dulce como siempre, tan distante y salva guardadora, me tomo de las manos y así camine todo un millón de segundo.
En el segundo intento apreciaron ellos, tan ebrios como yo, tan cercanos y salva guardianes, me tomaron de los brazos, los pusieron por sobre sus hombros y así camine todo un millón de años luz hasta mi habitación.

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